Por: M. en D. Oscar Xool Morales
Existen diferentes mecanismos e instrumentos de enseñanza moderna que permite llevar de la mano al estudiante, creer que las nuevas generaciones no guardan cargas sociales, psicológicas y familiares que los encierran en un sueño que ralentiza su despertar, nos hace parte de las barreras que deben superar nuestros universitarios.
El catedrático, debe dejar a un lado la antigua creencia de llevar al límite por si solo al estudiante, de mandarlo al conocimiento puro sin los elementos necesarios de la utilidad, la comprensión y, sobre todo, del lenguaje acorde a su momento social que transita.
Aprender, comprender y entender, son los objetivos indiscutibles que deben prevalecer en el aula del estudiante, para ello, se tiene que trabajar en primer momento, en la seguridad de cada uno, cada estudiante está cargado de deseos y anhelos, en un salón donde la educación debe ser igual con todos, cada uno se vuelve particular, aprende diferente, piensa distinto, participa a su tiempo, ambiciona en secreto, pero guardan el mismo propósito, transitar por una carrera que le permita tener las herramientas necesarias para poder licenciarse y ser un ciudadano preparado para una sociedad que no cambia, que reclama a los mejores y oferta pocos espacios laborales.
Como profesores, es importante despertar el interés del estudiante en el contenido de las materias, enlazar la necesidad del conocimiento con la ambición del saber, transmitirles que cada paso y cada momento en su universidad es tiempo de equivocarse, de intentarlo las veces que sean necesarias, pero ir fomentando un aprendizaje sistemático, las oportunidades existen, pero hay que crearlas, la educación existe, cuando el alumno compite por conocer, cuando se estudia por placer y no por obligación.
Los estudiantes, pueden llegar tan alto como se lo propongan, pueden lograr superar a sus profesores, pueden ser la diferencia que cambien los estigmas generacionales, no por quien los educa, si no por lo que desean, sobre salir, exigir, hacer valer sus derechos y recibir lo que merecen, está en ellos, solo falta empezar por lo más básico, creerse capaces de cambiar lo que los rodea, pero para conciliar el sueño con la realidad, bastará con despertar la primer conciencia, el “sentido común”.